Reconeixements Ànima para Henry Acosta por Facilitador de la paz en Colòmbia
El viernes 15 de noviembre, se el Acto de los Reconeixements Ànima para Henry Acosta por Facilitador de la paz en Colombia en el marco de la XII Velada Solidaria Ángel Olaran, en la que además se procederá a la distinción de los Reconeixements Ànima d’Honor Àngel Pujol.
Hemos seguido en los últimos años las conversaciones y las discusiones para poder llegar a un período de paz en Colombia. Es un conflicto civil largo en el tiempo, con guerrilla por el territorio, con secuestros largos y crueles, con asesinatos selectivos, con la eliminación sistemática de líderes sociales, indígenas y campesinos, con la eliminación física de los oponentes políticos, con actuaciones ilegales del aparato del estado, del ejército.
Hemos discutido si la guerra lleva veinte o treinta años, si hay 200 o 300 mil muertos hasta llegar a la conclusión que nadie nunca ganará el conflicto armado y la sociedad colombiana va perdiendo sus mejores generaciones. Finalmente, se llegó a un Acuerdo por una paz justa y duradera que hoy se encuentra otra vez en un período frágil, pues las discrepancias entre el gobierno central y los colectivos afectados hacen que mucha gente pierda la paciencia y la esperanza en un futuro mejor.
Foto Revista Semana
Aparición de Henry Acosta
Para poder llegar hasta el Acuerdo de paz, un hombre industrial y emprendedor, que no viene de la polemología ni de la teoría política, dedicó años y esfuerzos en facilitar una mesa de diálogo para que se sentaran, se conocieran, hablaran y finalmente acordaran el final de la guerra civil.
Hoy que una parte de la guerrilla se ha cansado de los “tiempos” y de la lentitud del proceso de paz, que cree que el gobierno central no juega limpio en la aplicación de los acuerdos, que ve como día a día desde la firma del acuerdo se han ido eliminando, matando, a líderes sociales y comunitarios y que cree que todo ha sido un error y vuelve a amenazar con la violencia, Henry vuele a levantar la voz i decir que no todo es blanco o negro, que nadie posee toda la razón, que hace falta buscar espacios de acuerdo y que la violencia no resolverá las causas del conflicto.
Premio internacional en reconocimiento de la función de Facilitador, de anonimato
Henry Acosta ha hecho de la discrecionalidad, de la cordialidad, la mejor de las virtudes. Él que el que quiere es dedicarse a sus negocios, las cooperativas, el progreso económico y social, no ha dudado ni un momento en volver a aparcarlo todo y “poner la mesa” porque los que tienen que hablar, hablen, los que tienen que negociar, negocien, los que tienen que pedir perdón se conozcan. Sin levantar la voz, sin hacer titulares, sin salir a las portadas de las revistas, hace que baje la tensión y entendamos todos que nos hemos de conocer y reconocer más y que sin diálogo no se podrá llegar a ningún acuerdo.
Podéis consultar también toda la información sobre los IV Reconeixements Ànima.
‘Arquitecto’ en el ‘puente’ entre el presidente Santos y las FARC
El Facilitador del proceso de paz Henry Acosta, que gana los Reconeixements Ànima por buscar la paz en Colombia en los gobiernos de Uribe y Santos, pasará a la historia de Colombia como el empresario que logró en medio de la guerra convertirse en el mediador secreto del mensaje de paz entre el Gobierno y las FARC. Fue quien casi desde el anonimato hizo de ‘arquitecto’ en el ‘puente’ entre el presidente Juan Manuel Santos y las FARC, que llevaron a los acuerdos de paz en 2016. Una gestión que también hizo durante el mandato de Álvaro Uribe.
Henry Acosta, economista colombiano y exfuncionario de la FAO que había trabajado en proyectos de desarrollo en Latinoamérica y en África, fue el hombre que se ganó la confianza de la guerrilla y de Santos para lograr sentarlos en la misma mesa en una histórica negociación. “No estoy en la mesa de negociaciones, yo soy el facilitador”, manifestó en su día Acosta.
Henry Acosta Patiño nació el 15 de noviembre de 1948, en Génova, Quindío, pero creció en Cali, Valle. En esa ciudad estudió Economía en la Universidad del Valle y allí se forjó profesionalmente. Sus fuertes son la economía solidaria y el cooperativismo. Casado con Julieta López Valencia.
Hizo de la discreción una virtud
Durante más de una década mantuvo en secreto su labor de Facilitador en la construcción de la paz en Colombia y e hizo de la discrecionalidad una virtud. No buscaba un lugar en la historia, pero su papel como Facilitador de ese acuerdo de paz se lo aseguró.
La historia de Henry Acosta, el hombre que sirvió como mediador entre la guerrilla de las FARC y el expresidente Álvaro Uribe Vélez y el actual presidente Juan Manuel Santos. Mantuvo conversaciones confidenciales entre los comandantes de las FARC y con los mencionados presidentes de Colombia.
A pesar de que la confidencialidad de su trabajo lo rompió una persona ajena a su voluntad, incluso ya destapado, supo continuar su labor de forma discreta, que ha sido en muchas ocasiones, a tenor de las dificultades que ha conllevado el mismo proceso de negociación.
Se convirtió en el arquitecto del proceso de paz de La Habana y dejó testimonio histórico sobre cómo se logró la paz en Colombia en su libro ‘El Hombre Clave’. Explicó cómo se gestó uno de los momentos más importantes del último siglo en Colombia y dejando de lado la discreción que lo caracteriza.
Acosta pasará a la historia como el empresario valluno que en completo anonimato hizo el papel de intermediario. Esa labor de mediación, que en muchas ocasiones se les encarga a grandes personalidades, algunas veces de talla internacional, esta vez corrió por cuenta de Acosta Patiño, un personaje que se mueve en el mundo empresarial y oficial del Valle. la gran fortaleza de Acosta para ese encargo, además de la discreción, es que conoció a uno de los hombres fuertes dentro del secretariado de las FARC: Jorge Torres Victoria, más conocido como ‘Pablo Catatumbo‘.
El hombre con el que empezó todo
La publicación ‘El hombre con el que empezó todo’ de El País explica cómo se conocieron Henry Acosta y Pablo Catatumbo. y el mensaje que le encomendó el presidente Juan Manuel Santos a Acosta para llevar al amigo que conoció allá por 1998, Pablo Catatumbo.
En 1998, los secuestros de las FARC eran una práctica demasiado recurrente para la estabilidad de Colombia. En una carretera del Valle del Cauca, una de las zonas más azotadas por 52 años de conflicto armado, Henry Acosta vio como un retén de la guerrilla lo retuvo. Pensaba que se trataba del Ejército, pero los ‘soldados’ le llevaron donde su comandante, Pablo Catatumbo, uno de los jedes de la guerrilla más antigua de América Latina.
Dice hoy Acosta, cooperativista caficultor de 67 años, que en ningún momento tuvo miedo. Aquello no se trataba, o no se trató, de un secuestro. La conversación, sobre todo de política, se prolongó durante todo el día. “Usted siga viniendo y tráigame libritos”, le decía Catatumbo. Era el inicio de una amistad que, casi dos décadas después, consiguió fraguarse en un acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC.
Acosta cumplió la encomienda de Catatumbo y regresaba cada cierto tiempo a algún lugar la cordillera central, lo que se consideraba el santuario guerrillero, pero que el economista vallecaucano define como “confesionario”, pues no era el único que iba a visitarlo. Le llevaba libros de Simón Bolívar, una de las obsesiones de Catatumbo, estudioso del libertado durante décadas en el monte.
Más protagonismo para Acosta
El papel de Acosta cobró protagonismo a raíz del secuestro de 12 diputados del Valle en 2002. A través del comisionado de Paz del Gobierno de Álvaro Uribe, Luis Carlos Restrepo, abrió unas negociaciones para tratar la liberación de los raptados. La mediación, que se prolongó durante cinco años, fue en mano y 11 de los secuestrados murieron en un macabro cruce de fuego amigo entre dos columnas de la guerrilla. Fue uno de los episodios más traumáticos de la historia reciente de Colombia. Hace dos semanas, las FARC, en un acto en La Habana, pidieron perdón a los familiares de los diputados, que, según confirman varios asistentes, pudieron decirles todo lo que se les pasó por la cabeza a los guerrilleros. Uno de los más afectados, que rompió a llorar, fue Pablo Catatumbo.
Una labor incansable
Acosta siguió trayendo y llevando mensajes de las FARC y del Gobierno de Uribe que, asegura, siempre intentó mantener una negociación con los guerrilleros. Entre 2002 y 2010, el economista aseguró que se reunió varias veces con el expresidente colombiano para buscar una salida negociada al conflicto. Mientras, la guerra se acentuaba. Las FARC, a través de la política de Seguridad Democrática, quedaron muy dañadas. Pese a no estar convencido, en marzo de 2010, en los extertores de su mandato,
Uribe envió una carta a las FARC, tal como relata Acosta, a través de su nuevo comisionado para la paz, Frank Pearl, con el tiempo negociador del Gobierno en La Habana, para explorar un diálogo cara a cara en Brasil. La respuesta de las FARC vino a ser que eso era inútil. Quedaban pocos meses para el fin del mandato de Uribe y cualquier intento correspondería al próximo presidente. Había, pues, que esperar.
En septiembre de ese año, después de Juan Manuel Santos ganase las elecciones y asegurase durante su toma de posesión que “la puerta del diálogo no estaba cerrada con llave”, el nuevo presidente se reunió con Acosta. Tenía que trasladar un mensaje al amigo que conoció allá por 1998: “Dígales a Pablo Catatumbo y Alfonso Cano -entonces máximo líder de las FARC, muerto en un ataque en 2011- que quiero hacer la paz con ellos”. Santos se comprometía a enviar a Sergio Jaramillo, a la postre negociador en La Habana y su hermano, Enrique Santos: “Si van a ese encuentro secreto estarían hablando personalmente conmigo”.
Diálogo de paz entre el gobierno Santos y las FARC
Las negociaciones para el acuerdo de paz se iniciaron el 26 de agosto de 2012 en La Habana, entre el Gobierno colombiano y las FARC, y concluyeron el 24 de agosto de 2016.
Los acuerdos abarcan sobre la reforma rural, la participación política, el cese al fuego y hostilidades bilateral, la solución al problema de las drogas ilícitas, sobre las víctimas y los mecanismos de implementación y verificación.
El 18 de julio de 2016, la Corte Constitucional aprobó el plebiscito para que los colombianos validasen el acuerdo de paz, firmado el 26 de septiembre en Cartagena de Indias.
La papeleta de votación constó de una pregunta para que los votantes puedan aprobar o rechazar lo firmado en los acuerdos de paz: «¿Apoya el acuerdo final para la terminación del conflicto y construcción de una paz estable y duradera?».
Victoria del “NO” en el plebiscito
Finalmente, y después de una gran incertidumbre frente al resultado final, ganó el NO al acuerdo. La abstención para esta ocasión fue del 62,59%, cifra alta al considerar la posibilidad social participativa que se ofrecía sobre el acuerdo como fin mediático. Las votaciones fueron el 2 de octubre de 2016.
Vale mencionar que, aunque ganó el «NO» a la firma de los «acuerdos de paz», el Gobierno en cabeza de Juan Manuel Santos tuvo que «renegociar» el acuerdo considerando objeciones de los opositores al acuerdo. Según un reciente estudio, una de las razones que pudo haber explicado la victoria del «No» es la dificultad de comprender el material escrito de estos acuerdos, pues su redacción solo puede ser comprendida por una persona con al menos 19 años de educación formal, lo cual es equivalente al haber culminado estudios de posgrado.
La guerrilla de las FARC a través de su comandante en jefe alias Timochenko se expresó en contra del resultado de voto popular en contra de los acuerdos firmados entre la guerrilla y el gobierno, lo consideró una victoria política de guerreristas, que no afectaba en nada la aplicación de lo acordado y expresó que lo firmado por el presidente se encuentra vigente al ser suscritos con anterioridad del plebiscito y depositado como un acuerdo especial en el marco de los Convenios de Ginebra. Algunos partidos se deslindaron de las posiciones de Timochenko al considerar la vigencia del no en el plebiscito ajustándose a la ley estatutaria y al acto legislativo 1 de 2016.
El gobierno consideró que independientemente de lo decidido por el pueblo iba a continuar con el proceso y pidió un pacto nacional de las fuerzas políticas a favor del acuerdo.
Participación en el foro sobre los avances del acuerdo de paz
“La implementación es un proceso sumamente costoso. Está la incorporación, la justicia transicional y la dejación de armas, que es lo más próximo. Se estima que si hay voluntad política todo puede durar unos 10 años. También se requiere superar la inequidad e injusticia social, que pueden poner en riesgo la paz”, dijo en su participación en el foro sobre los avances del acuerdo de paz, evento promovido por la Universidad Libre seccional Cali y celebrado en enero de 2017.
Colombia vuelve a estar en vilo y preocupada porque pueda volver la guerra
En la actualidad, Colombia está en vilo tras el anuncio de que un grupo insurgente retorna a la lucha armada después de tres años de la firma de acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC y pueda marcar un punto de inflexión en los procesos de paz. Varios analistas coinciden en que la situación es grave y que podría haber escalamiento de la violencia. No obstante, el futuro del acuerdo firmado en 2016 y la responsabilidad sobre esta crisis son puntos de discusión.
David Huey, representante en Colombia del Instituto Kroc, un centro para el estudio de las causas de los conflictos violentos y de la paz sostenible, le dijo a CNN en Español que el anuncio de la disidencia está lejos de ser un fracaso. “Para nada. Si miras los procesos de paz, suele ser común en los procesos de implementación que son muy complejos y tardan 10 o más años si son exitosos. Se suele ver también que los líderes de línea dura van a salir del proceso y buscarán seguir. Es casi lo que se espera”, afirma. Esta información es de finales de agosto de 2019 según la publicación de CNN Español.
La elección del ganador del premio internacional de los IV Reconeixements Ànima fue determinada por el Jurado.