El padre Ángel Olaran escribe por Pascua sobre «la caldera de la fundición»

El “altar profano” que resultó ser la CRUZ, fue a su vez “la caldera de la fundición” (melting pot) de donde surgió la perfecta “aleación” entre la humanidad y la divinidad. Estas son palabras que el padre Ángel Olaran escribe por Pascua sobre «la caldera de la fundición».

Escrito del Padre Ángel Olaran:

“A fin de cuentas, el amor de Dios por los hombres parecerá más resplandeciente en su paso por la muerte que por la gloria de la resurrección” “La historia más bella de Dios” Joseph Moingt, pg. 126, quien pocas líneas después añade: “La cruz me parece el advenimiento de la libertad del hombre ante Dios. Al abdicar de su poder, Dios revela que sólo es amor y amor que salva de la muerte”.

Diurnal 442

“Dolido mi Señor por el fracaso – de Adán, que mordió muerte en la manzana – otro árbol señaló, de flor humana, que reparase el daño paso a paso – Y así dijo el Señor: ´Vuelva la Vida, y que el Amor redima la condena´ la gracias está en el fondo de la pena – y la salud naciendo de la herida”.

En estas reflexiones me voy a centrar, básicamente, en el teólogo J. Moingt, algunos textos bíblicos y el místico San Juan de la Cruz, quien pone en labios de Dios estas palabras refiriéndose a cada una de nuestras almas: “Soy tuya, y para ti y me alegro de ser como soy, de manera que pueda ser tuya y darme a ti”. “The Impact of God” Iain Matthiew pg. 26 “La medida del amor de Dios es amar sin medida”, dice Sta. Teresa de Ávila, contemporánea de San Juan de la Cruz.

San Juan en su evangelio, capítulo 17 – podríamos decir – como prólogo a su pasión, Jesús expresa su fe: “Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti [. . . ] Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese [. . . ] Y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada en ellos. . . Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. . . Que sean uno. Como tú Padre en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros. . . para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno. . . para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos”. Que más podríamos pedir. San Juan de la Cruz, por su parte lo experimentó a su manera: “la medida del don de Dios es el deseo de dar de Dios y su garantía es él mismo”.

Acabada esa oración, Jesús se encuentra ya en el huerto de los Olivos, donde va a ser entregado y abandonado para acabar crucificado.

El “altar profano” que resultó ser la CRUZ, fue a su vez “la caldera de la fundición” (melting pot) de donde surgió la perfecta “aleación” entre la humanidad y la divinidad.

Si lo hubieran considerado creyente, lo hubieran lapidado. Le despojaron incluso del derecho a una muerte digna – el Padre, “al abdicar” de todo poder, amó este sacrificio pagano, aboliendo los esquemas religiosos para la comunicación con él.

Ya Jesús inició ese camino profano, al ser amigo de pecadores, con los que comió, e invitando a uno de ellos, Mateo, a ser parte de sus 12 más íntimos; se identificó con los pobres “lo que hicisteis a uno de estos últimos, a mí me lo hicisteis”; en el banquete de las bodas del hijo, ante el rechazo de los invitados, llamó al desecho de la sociedad del tiempo: pobres, tullidos, cojos, ciegos, paralíticos. . . ninguno de los invitados tuvo su lugar. Posiblemente Dios inventara la resurrección para glorificar al desecho humano. Y ya, acabando, Jesús, hablando con una mujer samaritana – otro pecado social de envergadura – le dijo que, ya no hacen falta lugares oficiales de culto, ya que “Dios siendo espíritu se le adorará en espíritu y verdad” Jn 4,9.

En todo ese proceso de nuestro Amado, su Amada, cada una de nuestras almas, estaba unida a él. Siendo Dios como se nos ha mostrado en el Cantar de los Cantares y en la oración de Jesús, no podía no necesitar nuestra individualizada compañía en él, especialmente en el momento del único reproche que Jesús dirigió a su Padre, ya desde la cruz, que parece que ser que fue lo que causó su muerte: “¿Por qué me has abandonado?” – después del reproche, según San Mateo y San Marcos, aún tuvo fuerza para lanzar un fuerte grito, antes de morir. “La impotencia, el silencio de Dios ante la cruz” J. Moingt.

Es un Dios que se nos escapa: Jesús preparándose para su pasión se dirige al Padre en el momento de su vida: “Alzando los ojos al cielo, dijo, Padre, ha llegado la hora” – la hora de la gloria, glorificándose mutuamente; igualmente la hora de la alegría, del amor, como lo indica en su oración. . .  para acabar con un reproche al sentirse abandonado y morir “ajusticiado”. En la carta a los hebreos se nos dice que Jesús en el momento crucial de su vida, rezó a quien podía salvarme de la muerte “y fue escuchado” ¡Pues vaya!

¿Será, después de todo, ésa la gloria para la que Dios se hizo Jesús? San Pablo no tira la toalla: “Jesús se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”. A lo que J. Moingt pg. 131, añade: “Toda la imagen, o imaginería, de Dios – el todopoderoso, el dominador, el terrible – cambia: aceptó ser un hombre y un hombre débil, impotente que muere”. Pero incluso para hacerse hombre, el Todopoderoso, aún tuvo que depender del SÍ de una joven desconocida, una de las Anawims (pobre) de Yahveh, deviniendo Jesús, por nacimiento, uno de ellos, de los Anawims.

¿Tendrá algo que ver con Adán que, por su desobediencia en el árbol del Paraíso, siendo creado quiso ser igual al Creado Y su opuesto: Dios, Creador, hombre, humillado, destrozado por su obediencia en el árbol de la cruz, al culmen de su dolor, al experimentar el abandono de Dios, que es lo que podría haber causado su muerte?

Dios no vive su amor a saltos, por momentos. Está enraizado en nuestros sentimientos. Y esto a pesar de nuestra posible indiferencia:

Diurnal pg. 867

“Otra vez – te conozco – me has llamado. Y no es la hora, no; pero me avisas. De nuevo traen tus celestiales brisas claros mensajes al acantilado del corazón, que, sordo a tu cuidado, fortalezas de tierra eleva, en prisas de la sangre se mueve, en indecisas torres, arenas, se recrea, alzado. Y tú llamas y llamas, y me hieres y te pregunto aún, Señor, qué quieres, que alto vienes a dar a mi jornada.    Perdóname si no te tengo dentro, si no sé amar nuestro mortal encuentro, si no estoy preparado a tu llegada”.

La muerte en la cruz se complementa con la resurrección y ya antes, con la última cena del jueves anterior – todo el proceso del “melting pot”.

Hablar, escribir sobre la cruz resulta fácil: se trataba de un cuerpo material como el nuestro. ¿Qué nos ocurre con la resurrección? Al respecto San Pablo dice: enterramos un cuerpo material, se nace con un cuerpo espiritual ¿Y?

Pablo queriendo explicar lo vivido en su éxtasis se quedaba falto de palabras, escenarios, referencias. . . Es lo que encuentra al querer expresar la nueva condición del cuerpo resurrecto.

Dios, en Jesús, para comunicarse con nosotros se hace uno de nosotros. Para que nosotros podamos comunicarnos en la otra dimensión después de la muerte, nos “devuelve” el cuerpo glorificado, una especie de divinizado, a fin de que también nosotros podamos comunicarnos en ese nuevo nivel: “veremos a Dios cara a cara, y seremos como él” – que no es poco – dice San Pablo.

San Juan de la Cruz expresa que nuestro cuerpo está creado para la gloria y por ello, abierto a la divinidad. Según él, el Espíritu unge nuestras extremidades con alegría, hasta las últimas falanges de los pies y las manos. Ve a cada persona “totalmente bañada en gloria y amor, en lo más íntimo de sí misma, vertiendo nada menos que ríos de gloria”. Llevado por el espíritu del Cantar de los Cantares: “a la persona le parece que Dios no tiene otra preocupación, que es todo para ella solamente” ¡Quien mejor que una madre para intuir a Dios!

J.Moingt –ibiden pg. 126: ”Estamos en el misterio de una realidad distinta, de otra dimensión, que  no está fuera de nuestro tiempo ni de nuestro cuerpo, pero tampoco está en el mismo nivel que nuestro cuerpo y nuestro tiempo. La resurrección de Jesús es, en cierto sentido, la eternidad que entra en el tiempo, o el tiempo que accede a la dimensión de la eternidad”.

En situaciones del estilo San Juan de la Cruz experimenta que, allí donde nada se puede probar, el sentimiento de que es, lo hace real.

Con todo, estas reflexiones no nos llevan muy lejos para entender cómo resucitó Jesús ni en qué va a consistir la nuestra.

Jesús, antes de vivir en su carne estos misterios, quiso dejárnoslos de manera que durante nuestra vida mortal pudiéramos celebrarlos, de una manera real, aunque sacramental. El jueves antes de la crucifixión, mientras celebraba la Pascua Judía, la salida de Egipto hacía ya 2800 años bajo Moisés, lavó los pies a sus discípulos además de consagrar el pan y el vino, introduciéndonos así en la suya, en su Pascua, que comenzaba ya en esa cena, con la traición de uno de ellos y el abandono de todos los demás. El gesto de lavarles los pies, signo del nuevo mandamiento: que nos amemos unos a otros como él nos ha amado, nos sitúa en la exigencia ético-espiritual para poder participar del romper del pan y tomar el vino. Los discípulos de Emaús, al reconocer a Jesús al partir el pan y quedarse solos – Jesús desapareció – no salieron a buscarlo: lo sentían con ellos.

Así surgieron las celebraciones cuasi familiares en las que se juntaban para romper el pan, como acción de gracias – la Eucaristía – que es lo que significa esa palabra en griego. Es el medio de sentirnos en aquel “melting pot”, parte de la “aleación” humano-divina. Un profesor de biblia nos decía que: la Eucaristía es la Pascua en edición de bolsillo. Antes de poder comulgar al pan y al vino, tenemos que comulgar a la Palabra – la epístola y el evangelio – que se proclama, dejarnos “penetrar” por ella, haciéndola carne de nuestra carne, en el espíritu del lavado de los pies. Así lo sintieron los dos de Emaús: “¿No se iluminaban nuestros corazones mientras nos explicaba las escrituras?”.

Pero históricamente hemos llegado a: ´decir misa y a oír misa´, casi reducido a un acto devocional como rezar el rosario, dejando de lado todas las innovaciones de Dios en nuestra mutua comunicación. Pobre Jesús.

A uno le viene la tentación de ver si pudiera haber relación alguna entre algunas de nuestras misas con el aviso de Jesús en Mat 7,6: “No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas y después, volviéndose, os despedacen”.  (En una nota aclaratoria, la Biblia de Jerusalén comenta: “. . . – así como tampoco hay que proponer una doctrina preciosa y santa a gente incapaz de recibirla bien y que podría abusar de ella).

Entre los 4 evangelistas y los que escribieron las diferentes cartas – epístolas –, da la impresión de que Pablo, quien solo “conoce” a Jesús ya resucitado, después de Pentecostés, como que está más libre de todo lo que históricamente vivieron los otros con Jesús y lo personaliza íntimamente: “no vivo yo, es Jesús quien vive en mí”.

Posiblemente nos venga bien una visita por la “joyería” donde se exhiben algunas de esas “perlas preciosas y santas”, quizás empolvadas por olvidadas, sino ignoradas.

No son textos para leerlos, sino para dejarse “penetrar” por ellos – estilo el Cantar de los Cantares. O como Jesús pidiendo al Padre: “para que el amor con el que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos”. ¡Menuda cantera para poetas y místicos! – un teólogo posiblemente lo racionalizaría, se hallaría encorsetado, a no ser que, también se deje llevar por su intuición.

Que Dios ilumine nuestra inteligencia y nuestro corazón.

Feliz Pascua.

Ángel

Guía para una posible visita a la «Joyería» de objetos preciosos y santos

  • Sección San Pablo

I Cort 13,12-13 “Ahora vemos en un espejo, confusamente. Entones veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo imperfecto, pero entonces conoceré como soy conocido”.

1 Cort 13 Himno a la Caridad “. . .  aunque entregase todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tenga caridad nada me aprovechará. La caridad es paciente, servicial, no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe, es decorosa; no busca su propio interés; no se irrita, no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. . .”

1 Cort 15,28 “Cuando se hayan sometido a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo”.

2 Cort 12, 2 . . . “Sé que este hombre – en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables que el hombre no puede pronunciar. De ése tal me gloriaré; pero en cuanto a mí, solo me gloriaré de mis flaquezas. . . Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y en las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando estoy fuerte”.

Rom 5,8 “Dios manifestó su amor hacia nosotros, que siendo pecadores Jesús murió por nosotros. Cuanto más ahora justificados por su sangre nos salvará de todo mal”.

Rom 5,20 “. . . donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”.

Rom 8,2: “Porque la ley del Espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del pecado y de la muerte”.

Rom 8,10 “Mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya, a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia”.

Rom 8,15-17 “Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor, antes bien, recibisteis el espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestros espíritus para dar testimonio de que somos hijos de Dios, herederos de Dios, coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados”.

Rom 8,19 “Pues la ansiada creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios . . . pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto”.

Rom 8,31 “Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros”?

Rom 12, 1. . . “Os exhorto pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestros cuerpos  como una hostia viva, santa, agradable a Dios. Tal será vuestro culto espiritual. . . vuestra caridad sea sin fingimiento, amándoos cordialmente los unos a los otros, estimando en más cada uno a los demás. . . No te dejes vencer por el mal, más bien vence el mal por el bien”.

Rom 13,8 “Que nadie tenga otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo ha cumplido la ley. . . la caridad no hace mal al prójimo, la caridad es por es por tanto la ley en su plenitud”.

Rom 2,14 “En efecto cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley, como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en sus corazones”.

Gal 2,19 “Con Cristo estoy crucificado y vivo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo la vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Gal 3,27 “Todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo, ya no hay judío ni griego, ni esclavo, ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo”.

Gal 5,1 “Para ser libres os liberó Cristo”.

Gal 6,14 “En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de Cristo”.

Ef 1, 17 “. . . al Padre de la gloria os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente, iluminando los ojos de vuestro corazón, para que conozcáis cual es la esperanza a la que habéis sido llamados por él; cual la riqueza de la gloria otorgada por él en herencia a los santos. . .”

Ef 2,10 “En efecto, hechura de sus manos somos; creados en Cristo en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos”.

Ef 2,20 “Siendo la piedra angular el mismo Cristo, en quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor, en quien también vosotros estáis siendo juntamente edificados, hasta ser morada de Dios en el Espíritu”.

Ef 3,17 “Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones para que, arraigados y cimentando en el amor, podáis comprender con todos los santos, cual es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total plenitud de Dios”.

Ef 4,23-24 “Renovaos en la mente y el espíritu y vestíos de la nueve condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas”.

Ef 5,1-2 “Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma”.

Ph 1,14 “La mayoría de los hermanos alentados por mis cadenas tienen mayor intrepidez en anunciar sin temor la Palabra. Es cierto que, algunos predican a Cristo por endivia y rivalidad. . . otros con buena intención. . . Pero, ¿Y qué? Al fin y al cabo, hipócrita o sinceramente, Cristo es anunciado, y eso me alegra. . . Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte, pues, para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia”.

Ph. 2,5-8 “Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo. El cual siendo de condición divina no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre, y se humilló a sí mismo, obediente hasta a muerte y muerte de cruz”.

Ph 3,8 “Pero lo que era para mí una ganancia, lo he juzgado una pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo, por quien perdí todas las cosas”.

Ph. 3,21: “El cual Cristo transformará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo”.

Col.1,9. . . : “ . . . que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad, con toda sabiduría e  inteligencia espiritual, para que viváis de una manera digna del Señor, agradándole en todo, fructificando en  toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios”.

Col 1, 13: “Cristo es la imagen de Dios invisible, primogénito de toda creación, porque en él fueron creadas todas las cosas en los cielos y en la tierra. . .“.

Col. 1, 21. . . “. . .os ha reconciliado ahora, por medio de la muerte de su carne para presentaros santos, inmaculados e irreprensibles delante de Él”.

Col. 1,24: “Ahora me alegro por los sufrimientos que soporto por vosotros y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo en favor de su cuerpo. . . por eso me afano, luchando con la fuerza de Cristo que actúa poderosamente en mí”.

1Tm 5,23: “No bebas ya agua sola. Toma un poco de vino a causa de tu estómago y de tus frecuentes indisposiciones”.

 

  • Sección de Santiago. (Compostela)

St 2,14-17: “¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: ´Tengo fe´ si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle le fe? Si un hermano y hermana, están desnudos y carecen de sustento diario y alguno de  vosotros le dice: “Idos en paz calentaos y hartaos, pero no le dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras está muerta”.

St 3, 5. . . “Así también la lengua es un miembro pequeño y puede gloriarse de cosas grandes. Mirad qué pequeño fuego abrasa un bosque tan grande. Y la lengua es fuego, es un mundo de iniquidad; la lengua que es uno de nuestros miembros, contamina todo el cuerpo. . . en cambio  no hay ningún hombre que ha podido dominar la lengua. . . con ella bendecimos a Dios, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios. . .”

St. 3, 13-14 “¿Hay entre vosotros quien tenga sabiduría o experiencia? Que muestre por su buena conducta las obras hechas con la dulzura de la sabiduría. Pero si tenéis en vuestro corazón amarga envidia y espíritu de contienda, no os jactéis ni mintáis contra la verdad. . . Frutos de justicia se siembran en la paz para los que procuran la paz”.

St 5,1-6 “Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados: vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas para estos días que son los últimos. Mirad, el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis entregado a los placeres; habéis hartado vuestros corazones en el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste”.

 

  • Sección San Pedro

1P 1, 3-7 “Bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia, mediante la Resurrección  de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible, reservada en el cielo para vosotros. . .Por lo cual rebosáis de alegría, aunque sea preciso que todavía por algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas, a fin de que la calidad probada de vuestra fe, más preciosa que el oro perecedero que es probado por el juego, se convierta en motivo de alabanza, de gloria y de honor. . .”

1P 1,22-23 “Habéis purificado vuestras almas obedeciendo a la verdad, para amaros los unos a los otros sinceramente como hermanos. Amaos intensamente unos a otros, con corazón puro, pues habéis sido reengendrados de un germen no corruptible, sino incorruptible por medio de la Palabra de Dios”.

1P 2,4-9 “Acercaos a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero ealegida, preciosa ante Dios, también vosotros cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo. . . Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz. . .”

1P 3,13-16 “Y ¿quién os hará mal si os afanáis por el bien. Mas, aunque sufrierais a causa de la justicia, dichosos de vosotros. No les tengáis ningún miedo ni os turbéis, al contrario dad culto al Señor Cristo en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza. Pero hacedlo con dulzura y respeto”.

1P4,15-17 “Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por criminal, ni por ladrón ni por malhechor ni por entrometido, pero si es por cristiano, que no se avergüence, que glorifique a Dios por llevar ese nombre.

 

  • Sección San Juan

1Jn 3, 1-3 “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos. El mundo no nos conoce porque no le conoció a Él. Queridos ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos, sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es.

1Jn 2,1-2 “Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: Jesucristo, el justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo los nuestros, sino también por los del mundo entero”.

1Jn 2,29 “Si sabéis que Él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de Él”.

1Jn 3,10 “En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es hijo de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano,”

1Jn3 14-20 “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a lo hermanos. Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida permanente en él. En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Si alguno que posee los bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra el corazón ¿cómo puede permanecer el él el amor de Dios? Hermanos no amemos de apalabra ni de boca, sino con obras y según la verdad. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante Él en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo”.

Jn 4,7. . . “Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. En esto se manifestó el amor que nos tiene, en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo. . . Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en ´él. Dios es Amor, y quien permanece en el amor Dios permanece en Dios y Dios en él. . . No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira al castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud del amor. . . quien no ama al hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve”.

 

Son muchos los pasajes sagrados que se podrían añadir.

Creo que, con lo expuesto queda clara la calidad de la materia utilizada en la construcción, creación de las joyas y perlas sagradas, santas: amor, sinceridad, conciliación, perdón, humildad, servicio, delicadeza, verdad. . . la imagen de Dios-Amor, siempre ha sido la de un Dios cercano, dando el primer paso, preocupado por el pobre, servicial, ajeno al poder, hecho uno con cada miembro de la humanidad: la nueva “aleación, rico en misericordia y ajeno a crear temor; es vida, alegría, paz, libertad, justicia, bondad, luz, sabiduría. . .”

Somos un pueblo santo, sacerdocio real; coherederos de Cristo. Nuestro cuerpo hace parte de la edificación del templo en el que ofrecemos el culto espiritual de la hostia santa que es nuestro cuerpo.

Una imagen que tampoco hemos sido capaces de resaltar en la mayoría de nuestras misas.