Ángel Olaran vuelve a Etiopía después de casi un año fuera
Esta semana, el Padre Ángel Olaran vuelve a Etiopía tras casi un año fuera y partirá con la incertidumbre de no saber hasta llegar allí de si podrá entrar, o no, en Tigray, para estar con su gente de Wukro. También tiene dudas sobre si podrá quedarse para siempre allí o si volverá aquí para explicar la situación del Tigray y traer consigo proyectos para que les podamos ayudar para salir adelante.
Los días 7 y 8 de octubre, Ángel Olaran vino a la Fundación acompañado de la cooperante Maider Arostegi, quien vivió en primera persona los primeros bombardeos de Wukro en el inicio del conflicto bélico en Tigray. Maider estaba llevando a cabo allí -bajo el paraguas del misionero- un programa de apoyo a niños y niñas con discapacidad física. Le agradecemos mucho que nos haya facilitado imágenes de los daños de la guerra que hemos incorporado en el vídeo que grabamos a Ángel Olaran. En el vídeo, explica su situación, la de su gente de Wukro y las acciones de las organizaciones internacionales respecto a la guerra, entre otros temas.
El misionero vasco, que salió del país africano a finales de octubre de 2020, vivió desde nuestro país el inicio del conflicto bélico etíope y todo su desarrollo hasta que finalmente ha tomado la decisión muy meditada de emprender el camino de regreso. Su decisión la transmitió al Patronato de la Fundación en una reunión en la cual se estudiaron posibles estrategias a seguir a medio plazo y que irán ligadas en parte con la evolución de la situación del Tigray.
Con anterioridad, a finales del año pasado y con resignación, el Padre Olaran solicitó a la Fundación con tan solo un antes de antelación, que canceláramos su billete de vuelta. Desde allí le aconsejaron que no viajara por la falta de garantías de seguridad en aquella zona.
Vídeo del misionero Ángel Olaran
Aumento de la crisis humanitaria
El próximo día 3 de noviembre se cumplirá un año de que estalló la guerra. Durante este año, la situación bélica ha pasado por numerosos cambios de escenarios. Actualmente, la zona del Tigray -en el norte de Etiopía- se encuentra sitiada. No es posible su acceso terrestre y las posibilidades de comunicación son muy escasas.
Las noticias internacionales que llegan con cuentagotas no son nada buenas porque los daños de la guerra están afectando cada vez más a la población tigriña -unos 6 millones de habitantes- más necesitada que nunca de alimentación y medicinas para poder sobrevivir. Ángel Olaran es conciso al decir que “en Tigray lo único que puede entrar es el sol y el viento. Para todo lo demás están las fronteras cerradas y no puedes entrar sin un permiso oficial”. La crisis humanitaria se está incrementando a pasos agigantados y no se ve la luz del final del túnel.
Casi un año después de que Ángel Olaran saliera de Etiopía
Ha transcurrido casi un año desde aquel 29 de octubre de 2020 en el que el Padre Olaran salió de Etiopía para venir a Lleida para someterse a una intervención quirúrgica, de la cual se restableció muy pronto. Durante este tiempo siempre ha tenido a Wukro en su pensamiento. “Yo estoy aquí, pero siempre desde que me levanto hasta que me acuesto, mis movimientos y mis preocupaciones son por Etiopía. Cómo diría Santa Teresa, es un sinvivir porque todo tu ser, todo tu sentir, está fuera de aquí».
«A veces prefiero no imaginarme la situación en el Tigray, porque sé que es horrorosa”, comenta el misionero vasco. Por otra parte, “lo que ocurre aquí no me atañe. Los problemas de aquí, que son problemas creados por los hombres, yo diría que la mayoría son ficticios. Si quieren solucionarlos, los pueden solucionar”.
Desde el Tigray le piden ayuda económica
Durante su estancia aquí no ha parado de sumar kilómetros a sus espaldas para sensibilizar sobre la dramática situación que se vive en el Tigray. Además, ha aprovechado el tiempo para ir recogiendo fondos económicos. Unos ya han servido para llevar a cabo las primeras ayudas, y otros, estarán disponibles para cuando la situación mejore. “Si estoy aquí, lo que estoy haciendo es recoger dinero porque desde el Tigray me han pedido que busque dinero para ayudarles, ya que va a hacer falta mucho dinero”.
¿Situación que espera en Wukro?
“Yo llegaré allí y me encontraré con la situación `X’ y empezaremos. Con lo que nos encontremos allí seguiremos adelante. Lo que sí sé es que cuando hace 30 años cuando llegué a Wukro había miseria económica, pero las casas que había eran museos de miseria económica, eran templos de humanidad, de sencillez, de acogida; y ese calor humano lo voy a encontrar todavía más después de todo lo que han sufrido o lo que están sufriendo. Cuento con ese calor humano, seguro.
Y luego, la situación económica, estará mucho peor que hace 28 años porque entonces, quien más, quien menos, hasta las casas más pobres, empezaban a tener una manta, algunas un colchón, un hornillo, empezaba a haber todo eso, un bidón para el agua. Ahora todo eso falta. Les han robado las mantas, los bidones del agua, que son esenciales, son la fuente necesaria para la familia. Todo eso falta. Y quien más, quien menos, tenía una puerta, una ventana y ahora con los destrozos de la guerra no ha quedado nada. Tendremos que volver a empezar. Sin embargo, yo creo que la gente tendrá esa ilusión para seguir adelante”.
¿Reconstrucción de Wukro?
“Si no es reconstrucción de Wukro, es estar allí y hacer lo que puedes. ¿Fuerzas? Ni siquiera se trata de fuerzas, se trata de entrar en el ambiente aquel. La fuerza la deben tener ellos, que son los que sufren. Yo no voy a sufrir lo que están sufriendo ellos, seguro. Una de las cosas que me preocupa ir allí es que los de mi entorno procurarán que yo coma, aunque luego haya cuatro personas que no coman. Eso es lo que más me preocupa. Me preocupa que a lo mejor para alimentarme a mí tengan que dejar de alimentar a alguien, eso sí que me preocupa”, manifiesta el Padre Olaran.
Por otra parte, recuerda con nostalgia que “lo más bonito de las experiencias que he tenido allí, humanas y divinas, es la acogida de la gente, que me han acogido, que me han abierto sus casas, que me han abierto el abrazo, la sonrisa. Eso vale más que todo el trabajo que yo haya podido hacer”.
Muy preocupado porque se empiezan a morir niños por falta de alimentación
Ángel recuerda el programa que tenían de alimentación de niños en Wukro y las trágicas consecuencias que su interrupción está ocasionando. “En estado de bonanza, manteníamos un programa de alimentación de niños de 6 meses a 5 años. Siempre había 300 niños mal alimentados, es decir, por debajo del 85 % del peso corporal. Entraban unos 300 niños con una papilla, todos llegaban a ese 85 % y había otros 300 esperando. Al año, había unos 1.200 niños”.
“Desde que llegamos a Wukro y comenzamos el programa, han pasado por el mismo unos 32.000 niños. Hace 28 años, se veía en Wukro niños con esas cabezas hinchadas y piececitos. Se veía niños que no podían comer y que morían, pero había niños que, aunque no llegaran al peso de ese 85 % podían moverse, no se morían”.
Ahora, Ángel Olaran teme lo peor: “Me imagino ahora, en el estado en que están sus madres y con la falta de apoyo alimentario que no les llega a estos niños, tienen que morirse. Y si no se mueren, el desarrollo cerebral lo tendrán tan condicionado que cuando tendrán 40 o 50 años van a ser una carga para la sociedad, más que un apoyo a la sociedad”.
¿Cómo se puede ayudar?
Tiene claro que “hay dos cuestiones de ayuda humanitaria. Una la que vivimos aquí y otra lo que ocurre allí. En el País Vasco fabrican armas bien pensadas para matar y destruir. Producen riqueza al País Vasco. Por otra parte, la economía global siempre juega a favor del mundo occidental, a favor del mundo enriquecido y en contra del mundo empobrecido -África, también-. Tendríamos que ver la economía en ese contexto”.
¡Donar lo que tú necesitas!
“Cuando das limosna a un pobre no le das algo que es tuyo, le devuelves algo que es suyo. Podríamos hablar de limosna, de caridad, cuando le das algo de lo que tú necesitas porque esa persona necesita más que tú. Esto está ocurriendo en Wuko -y creo que también en toda Etiopía-. Allí, en las casas hay necesidad de todo, pero, aun así, podemos ayudar a los que vienen sin nada. En este caso, estaríamos hablando de caridad”.
Lo que hacemos es devolver lo que es suyo
Olaran lamenta mucho que “aquí no estamos a ese nivel, sí que estamos devolviendo lo que les corresponde. Ellos están ayudando -indirectamente, claro- con la compra del armamento están ayudando a la economía de aquí. Dar lo poco que damos, y la verdad es que damos poco, es dar algo que les corresponde”.
Es contundente al comentar que “nadie va a dejar de hacer sus vacaciones, que le pueden costar 3.000 €, por ejemplo, pero podría considerar que le cuestan 3.500 € -y que también las haría igual- y esos 500 € de diferencia los podría dar para una ayuda”.
¿Qué necesitamos? ¡El pu_o dinero!
El Padreo Olaran no se corta ni un pelo al afirmar que “lo que necesitamos es el dinero. El puro dinero. Si quieres puedes quitar al ‘r’ y poner la ‘t’, pero necesitamos ese dinero que como decía viene de allí, está creando riqueza aquí. Porque en las casas ya no hay la manta original que tenían, ni el colchón original que consiguieron, ni la ventana original que pudieron montar. Empezamos a menos muchos grados. Nos va a hacer mucha falta llegar al estado en que encontré Wukro hace 30 años y creo que la gente estará dispuesta a seguir para adelante. Necesitaremos el apoyo que venga desde aquí”.
Sobre la alimentación
“La cuestión de la alimentación tendremos que depender de la ayuda que llega de organizaciones internacionales como la ONU, de la UE, etc. Todo Tigray está confinado, no entra comida, hay problemas de electricidad, no hay manera de comunicarse ni por internet, teléfono, carretera, ni por el aire… Totalmente depende de esta ayuda humanitaria.
Este año no han podido cosechar por la guerra. La ayuda humanitaria tendrá que llegar en dos o tres años, me imagino, porque en un 85 % de la población del Tigray es agrícola y tiene por promedio una hectárea por familia. Llueve por los meses de julio y agosto, por lo que una hectárea no es suficiente para sacar una familia adelante. De esa cosecha dependen todos los gastos de una familia.
Hasta ahora, las familias que tenían huerto y una buena cosecha, durante 6 meses dependían de trabajo por comida. Ellos trabajan en lo que les ofrece la administración local -reforestación, reparación de carreteras, construcción de pozos, regadíos, etc.-. En lugar de pagarles la Administración con dinero, que no tienen, les pagan con esta comida, que bien es grano de maíz -que aquí en casa lo utilizábamos prácticamente para las gallinas- o de trigo y con los pocos kilos que les dan llegarán a la próxima cosecha.
Ayudas para restablecer un sistema sanitario destrozado
“Han destrozado, desmantelado, el sistema sanitario en un 80 %. El Hospital de Wukro conserva las paredes, pero se han llevado todo el material quirúrgico, han destruido toda la administración, las fichas de los enfermos, etc. Se necesitará volver a construirlo. Por ello, vamos a tener que necesitar unos proyectos más fuertes. Espero volver con proyectos de allí, de la Universidad Veterinaria, hospitales, centros de salud, que se puedan presentar a un nivel mucho más serio económicamente y que la salud de las familias las tenga ofrecidas como antes”.
Denuncia crímenes de guerra y contra la humanidad en el Tigray
Ángel Olaran, en el vídeo, denuncia crímenes de guerra y contra la humanidad en el Tigray y que puedes leer esta información en otra publicación de nuestro sitio web.
Desde la Fundació se ha seguido ayudando a Wukro
Podemos añadir a la información del vídeo del Padre Olaran que a pesar de las dificultades, el CIS Ángel Olaran sigue con las ayudas a Wuko, Etiopía. Hicimos una publicación en la que se explicaba que se iban efectuando determinadas ayudas por petición expresa del padre Ángel Olaran y que nos estábamos preparando para llevar a cabo acciones más importantes tan pronto fuera posible porque la población del Tigray necesitará toda nuestra ayuda y más.