Ángel Olaran nos desea una Feliz Pascua de Resurrección

En esta publicación, Ángel Olaran nos desea una Feliz Pascua de Resurrección. El misionero vasco explora la profunda conexión entre la naturaleza y la espiritualidad en Semana Santa. Explora los Misterios de la Semana Santa. Desde los fenómenos milagrosos de los injertos en las plantas hasta los innovadores estudios del Dr. Masaru Emoto sobre el agua. Esta publicación explora cómo la fe transforma la realidad mientras se destaca la importancia del amor y la oración en la vida espiritual. Los evangelios son retratados como puertas para comprender el profundo significado de la muerte y resurrección de Jesús, destacando el papel fundamental del amor y la oración en el crecimiento espiritual. Mediante una reflexión sobre la pasión de Jesús y el sacramento de la Eucaristía, se invita a meditar sobre la profunda unidad encontrada en el AMOR.

Ángel Olaran: «Feliz Pascua de Resurrección»

Semana Santa 2024

Pequeños milagros de la naturaleza

Injertos

En una planta de unos 80 cm de altura, abres una pequeña pestaña, a la que metes un trocito, algo parecido a una uña de un dedo meñique, y ese añadido va a cambiar la naturaleza del fruto de esas raíces. A los años, el árbol ya frondoso, seguirá produciendo los frutos según la naturaleza del añadido – ya perdido en el árbol.

Ambiente

El Dr. Masaru Emoto, ”Mensajes ocultos del agua”, en estudios realizados con aguas recogidas de la misma fuente, a través de análisis de laboratorio, ha observado que, expuestas a la música de diferentes compositores, incluso ritmos, experimentan cambios moleculares distintos, condicionados por la sonoridad de la música a que se hallan expuestas. Palabras como ángel y demonio ofrecen resultados moleculares muy opuestos. En su libro muestra un buen número de fotos de las moléculas después de la exposición.

El agua, también de una misma fuente, contenida en un frasco de cristal con la palabra odio o amor pegado al frasco, obtiene resultados muy distintos: la expuesta a la palabra amor, según las fotos, resulta ser una molécula atrayente, y repelente la del segundo frasco.

No sé si teológica o devocionalmente se dice que: el agua del bautismo es más fuerte que la sangre del bautizado, produciendo, de manera espiritual, el efecto del injerto.

Valga lo expuesto como introducción

Cada uno de los 4 evangelios es como una introducción a la muerte y resurrección de Jesús: el acontecimiento del Hombre Dios humillado, abandonado, necesitado de consuelo. . .

La Palabra hecha carne, Jesús, comunicó más a través de sus obras que de su voz. Jesús enseñó mucho verbalmente durante sus tres años de vida pública, pero los evangelistas lo reducen a mínimos. San Juan acaba su evangelio escribiendo: “Hay además otras muchas cosas más que hizo Jesús, si se contaran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran.”

Y mucho del contenido verbal de los evangelios está orientado hacia nuestra vida ética, espiritual: el que quiera ser el primero que se haga el último, perdonar 70 veces 7; tuve hambre y me diste de comer; bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia; son los pacientes los que tienen necesidad de médico. . .

Poca, si alguna, de su enseñanza verbal está relacionada con filosofías ni teologías. Así lo entendió Pablo: “predico solo a Cristo y Cristo crucificado.”

En muchas ocasiones la enseñanza verbal está precedida por alguna obra carnal: el mandamiento del amor está precedido por el lavamiento de los pies; Jesús se anuncia como el agua que quita la sed hasta la vida eterna, después de pedirle a la samaritana que le dé agua del pozo; se declara ser la luz del mundo después de dar la vista a un ciego. . . .

En su pasión y resurrección la comunicación es prácticamente a través de su carne, encarnación:

En el Huerto de los Olivos, llegando a sudar gotas de sangre y sentir angustia de muerte, pidió al Padre que si pudiera le librara de ese momento; a los discípulos que dormían les reprochó el no poder estar en vela; defendió a los suyos cuando los soldados se lo llevaban a ser condenado. A esto se añaden las 7 palabras, algunas, ya crucificado.

El resto de la comunicación fue carnal: fue abofeteado, la mirada a Pedro; los latigazos, la corona de espinas; las burlas, cargando la cruz, hasta ser clavado en ella y ya muerto, aún le abren el costado con una lanza.

De la boca de esa carne crucificada, destrozada, sale un grito como arropándolo, como envalentonándolo: aún tengo fuerza. Y muere.

Y esa carne, que apenas podría llamarse cuerpo resucita glorificada. Y nosotros con él. Flp 4,1 De Jesús ya resucitado: “Él transformará nuestra condición humana según el modelo de su condición gloriosa.”

(Pienso que los cuerpos de las mujeres violadas por grupos de hombres, uno detrás de otro con la misma mujer, están en línea con el destrozado cuerpo de Jesús.)

La posible objetividad que pudiera haber en el mal, el sark, como opuesto al bien, Jesús lo asumió en su carne, viviéndolo hasta sus últimas consecuencias, quedó abolido con su muerte y resurrección. El nexo entre todo ello el AMOR.

En un principio, el Verbo – la Palabra – era Dios. . . La Palabra, sin obligación alguna, se hizo carne, se hizo Jesús por nosotros, por la Humanidad, para transformarla.

Jesús vino a quedarse

En línea con los pequeños milagros de la naturaleza.

Isaías, años antes del nacimiento de Jesús, nos transmitía que, al igual que el agua y la nieve, lo mismo la palabra que sale de Dios no vuelve a Él sin haber cumplido con su mandato.

Analógicamente, el pan y vino de la última cena de Jesús; el agua y la sangre que brotaron del costado abierto de Jesús, con su exposición a un ambiente de fe, el bautismo y la celebración eucarística, nos hacen partícipes de lo que ellos significan: la participación mistérica, en la institución de la eucaristía, la muerte y participación en la vida gloriosa de Jesús.

Los discípulos de Emaús, durante la cena, reconocieron, al partir el pan, que el caminante que se les unió de camino, era Jesús. Acto seguido Jesús desapareció de delante de ellos y no necesitaron buscarlo. Fueron a comunicarlo a los otros. Esa cena a tres es un símbolo de la presencia de Jesús en nuestra Eucaristía.

San Pedro anuncia que, por el agua bautismo, somos un pueblo santo; un sacerdocio real. Templos del Espíritu Santo, según san Pablo. El agua expuesta a la fe de la Iglesia y las palabras del celebrante, lo mismo que el pan y el vino consumidos, expuestos con las palabras del celebrante festejando la fe de la comunidad, experimentan ese cambio místico, espiritual, al igual que nosotros a través de ellos. Como Jesús dijo a más de una persona: tu fe te ha salvado; de nuevo, nuestra fe es la que hace posible este milagro sacramental.

Es nuestra fe que estos signos y palabras, celebrados al interior de la Iglesia, no vuelven vacíos a Dios. Celebramos de manera mística lo que Jesús vivió físicamente.

Otra vivencia llena de sentido por parte de Jesús es que no hubo dicotomía entre sus múltiples actividades, sus obras y su vida de oración íntima, a solas con el Padre. Jesús no cayó en el activismo a costa de quitar tiempo a la contemplación, al encuentro íntimo con el Padre.

Para Sta. Teresa, el mayor descubrimiento místico en su vida fue disfrutar en Jesús, a Dios HOMBRE. De ahí experimentó que, Dios ama tanto al hombre, que el mayor regalo que le podemos ofrecer, es dejarle a él, en ese momento de oración íntima, por ayudar a la persona necesitada, haciendo de esta actividad, oración vida, carnal, por la intimidad con Dios, a través de la persona necesitada. Entre la oración a solas y la oración carnal, no hay prioridad alguna. En ambos casos lo que prima es el AMOR. Sin dualidad alguna, los dos tipos de oración son inmanentes el uno en el otro: la oración contemplativa lleva necesariamente a la oración vida y esta a la contemplativa.

El amor mutuo que se ofrecen los esposos en la entrega de sus cuerpos, es el nexo de su ser UNO y no dos.

Sta. Teresa, en los comienzos de su vida mística, experimentó que la vida activa de apostolado quitaba tiempo a la oración acto, contemplativa, que era la que alimentaba, vivificaba a la persona.

De ahí llegó a vivenciar que la vida espiritual, tanto en la oración acto, como en la oración obra, vida, depende del amor en cada actividad. Una oración lleva a la otra.

Según Sta. Teresa, el/la orante tiene que madurar en su propia vivencia de Dios, llegando a sentir que no hay en la tierra más que Dios y él/ella – y desde Él, conquistar el mundo.

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN

Ángel

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