Suspensión de la ayuda alimentaria a un Tigray devastado por la hambruna
Tras unos meses en nuestro país, el misionero Ángel Olaran ha llegado a Etiopía y se ha enfrentado a la desoladora realidad de la suspensión de la ayuda alimentaria a un Tigray devastado por la hambruna. Se ha encontrado con la suspensión de la asistencia por parte del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), quienes son los principales proveedores de ayuda alimentaria en Etiopía.
A pesar de esta difícil situación, el padre Olaran está decidido a continuar con su labor social y humanitaria; y se basará en la colaboración de nuestra Fundación y de otras organizaciones que apoyan su trabajo incansable.
En Tigray, una región que aún se encuentra devastada por la hambruna, se enfrenta a la lamentable noticia de que la ayuda alimentaria ha sido suspendida.
Esta suspensión se debe a los desvíos masivos de la ayuda destinada a los más necesitados, lo que ha llevado a una dramática pérdida de vidas debido a la falta de alimentos. Es crucial que las medidas adoptadas se dirijan hacia los responsables de estos actos, en lugar de afectar nuevamente a las víctimas.
La ayuda internacional llegó a Wukro en muy pocas ocasiones.
Análisis sobre el contexto de esta crisis humanitaria
En esta publicación, queremos destacar la urgencia de abordar esta alarmante situación. Para ello, presentamos un escrito del misionero Ángel Olaran, quien nos brinda su perspectiva en primera línea, junto con información relevante recopilada de un artículo de opinión escrito por Jan Nyssen, profesor de geografía en la Universidad de Gante, y André Crismer, médico y miembro de la Asociación Tesfay. El artículo nos proporciona una valiosa información y análisis sobre el contexto y las implicaciones de esta crisis humanitaria. Su enfoque perspicaz y conocimiento experto nos ayudará a comprender mejor los desafíos y las posibles soluciones ante esta situación apremiante.
El testimonio del misionero Ángel Olaran nos ofrece una visión directa de las devastadoras consecuencias de la cancelación de la ayuda alimentaria en Tigray. A través de sus experiencias y reflexiones, nos invita a pensar sobre la crítica necesidad de actuar de manera inmediata.
La guerra que comenzó el 3 de noviembre de 2020 entre el gobierno federal etíope, el ejército eritreo y las milicias de la región de Amhara, por un lado, y el gobierno regional de Tigray por el otro, ha dejado un saldo trágico de 600.000 vidas perdidas, incluyendo civiles masacrados y sometidos a la inanición. Estas son las cifras que estimó Olusegun Obasanjo, representante de la Unión Africana, en una entrevista publicada en Financial Times. A pesar de su magnitud, con muchas más víctimas que la guerra en Ucrania o el conflicto en Sudán hasta el cese de hostilidades firmado en noviembre de 2022, este conflicto ha recibido poca atención por parte de los medios de comunicación en comparación con otros conflictos internacionales.
Aunque la guerra directa ha cesado, no podemos hablar de un retorno a la normalidad en Tigray. El oeste de la región continúa siendo víctima de una limpieza étnica, continua bajo el control de las milicias amhara, y el norte sigue bajo la ocupación del ejército eritreo. Los presupuestos de Tigray permanecen bloqueados, lo que implica la falta de salarios, escasez de educación durante tres años y la inaccesibilidad de insumos agrícolas. A esta difícil situación se suma la reciente suspensión de la ayuda alimentaria internacional en mayo.
En los últimos meses, hemos presenciado una hambruna en curso en Tigray, con miles de personas desplazadas y habitantes de pueblos muriendo de hambre. Además, los recién llegados del oeste de Tigray también requieren asistencia alimentaria de manera urgente. Según la Oficina Regional de Salud de Tigray, entre marzo y abril se registró un aumento del 28 % en el número de niños menores de cinco años que mueren por desnutrición aguda. Esta trágica situación se debe principalmente a la suspensión de la ayuda en Tigray, como recientemente informó El País sobre esta hambruna en curso con la publicación “La artillería silenciosa del hambre en Tigray”.
La suspensión de la ayuda alimentaria por parte del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), los principales proveedores de ayuda alimentaria en Etiopía, está directamente relacionada con los desvíos de la ayuda a gran escala. Tras iniciar una investigación interna sobre estos desvíos, The New Humanitarian informó sobre la renuncia de la dirección del PMA en Etiopía. Sin embargo, aún no se han publicado las conclusiones de dicha investigación.
Durante años, se ha prestado seria atención a los temores de desvío de la ayuda alimentaria a nivel local. Es fundamental recordar la distribución de ayuda alimentaria en Tigray en 2016, donde se implementaron medidas para evitar el robo y reventa de alimentos. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, los desvíos continuaron ocurriendo. Incluso el comisionado nacional de gestión de riesgos de desastres, Mitiku Kassa, fue apartado el año pasado debido a su participación en el desvío de la ayuda, pero esto no impidió que los robos persistieran.
En abril, los desplazados internos en la región de Afar protestaron por el papel desempeñado por representantes del gobierno en el desvío de fondos de ayuda. En esa ocasión, un alto funcionario de comunicación del PMA en Etiopía declaró que la corrupción en la ayuda era común.
Lo preocupante es que se ha descubierto que personalidades de alto rango del PMA y la USAID, así como el ejército etíope y siete gobiernos regionales, están involucradas en este escándalo de corrupción relacionado con la ayuda alimentaria. Este sistema de desvío ha estado operando durante años, incluso antes de que estallara la guerra, pero se intensificó durante el conflicto. Los cereales destinados a los tigriños hambrientos fueron desviados hacia comerciantes y grandes fábricas de harina, incluso llegando a regiones con suficiente seguridad alimentaria en Etiopía, como Gambela e incluso Kenia.
En Mekelle, la capital regional de Tigray, la desviación de la ayuda alimentaria es el tema principal de conversación entre la población afectada. Dada la magnitud de esta catástrofe humanitaria, es crucial aliviar las restricciones a la ayuda destinada a la población víctima y agonizante de Tigray, al mismo tiempo que se persigue y responsabiliza a los principales culpables y se establecen mecanismos de control más rigurosos en la entrega de la ayuda para evitar futuros desvíos.
Es importante destacar que el 9 de junio, la USAID decidió suspender la ayuda alimentaria en todo el país, no solo en Tigray, lo que refleja la gravedad de la situación. Aunque se han identificado 186 personas sospechosas de desviar la ayuda en Tigray, debemos recordar que hay 20 millones de personas en Etiopía que actualmente dependen de la asistencia alimentaria. Los ciudadanos comunes de Tigray y Etiopía, que ya son víctimas de esta enorme estafa, no deberían sufrir nuevamente la interrupción de la ayuda. Una posible solución alternativa podría ser la implementación de programas de ayuda en efectivo, los cuales reducirían las oportunidades de robo y no interferirían con la producción agrícola de los agricultores locales.
Desde la cancelación de la ayuda humanitaria internacional se han producido llamamientos de varios líderes religiosos de Etiopía para exigir que se reanuden las entregas de ayuda alimentaria en la región de Tigray y también, entre otras entidades, desde La Confederación Internacional de Organizaciones Benéficas Católicas (Caritas Internacionalis) señalando que “la suspensión de la ayuda alimentaria en Etiopía es inhumana”.
Escrito por Ángel Olaran
El misionero Ángel Olaran distribuyendo ayuda internacional en Wukro en una de las escasas ocasiones en que ha llegado allá.
Para nuestra sorpresa nos hemos enterado de que el Programa de Alimentación Mundial (PAM), patrocinado por la ONU y USAID, ONG norteamericana, recientemente han anunciado que, debido a la corrupción en los mandos administrativos, han suspendido la Ayuda Humanitaria destinada a la población etíope – especialmente a Tigray.
La ayuda humanitaria a Tigray tenía que haber comenzado a llegar a partir del 2 de noviembre del 2022, una vez firmado el acuerdo de paz entre el Estado federal y Tigray. Hasta primeros de mayo 2023 apenas llegó algo de esa ayuda – son contadas las familias que la recibieran, al menos una vez. Hacia mediados de mayo se comenzó a oír decir que había comenzado a llegar. . . y luego que no. . . Y ahora lo han bordado: PARAR EL ENVÍO – por una buena causa: la lucha contra la corrupción, y eso muera quien muera, que en este caso serán muchos, precisamente por falta de lo más básico, a lo que, una vez más, se le cierra la puerta cuando apenas se hallaba entreabierta. La justicia lo exige. O quizás hayan constatado que sea la mejor manera de castigar a los corruptos.
La mejor manera de evitar una mala cosecha es no sembrar.
En este caso, la corrupción no está relacionada con transferencias bancarias, ni con cambios de cuentas bancarias, ni de destinatarios. . . algo que puede pasar desapercibido durante años – no se trata de gestiones injustas.
¡Qué poco aprendemos de la historia!
Ya anterior a esta ayuda abortada, en más de una ocasión hemos hecho mención, de los cientos de camiones con sus grandes tráileres que nunca llegaron a su destino. Se calculaba el movimiento diario de 300 de estos camiones – 100 por día – yendo desde el puerto de origen o desde Addis Abeba a su destino, Tigray, a unos 800 km y 300 más volviendo vacíos – mucho volumen para que pasara desapercibido. Cuando en un año tenían que haber llegado 36.500 camiones apenas llegarían 500 – ¿a costa de cuántas muertes? Aún recuerdo las conmovidas palabras de un Secretario de Estado norteamericano: “Cuando un niño sufre hambre en el mundo, toda la humanidad sufre hambre.”
En ocasiones se llegaron a contar hasta 15 camiones retenidos entre fronteras regionales. La imagen presentada por una cadena televisiva mostraba que se trataba de algunos kilómetros de carretera con camiones retenidos, no desaparecidos. Nunca se habló de corrupción. No llegaban, sin más. Nunca tuvimos constancia de que instituciones internacionales se interesaran del porqué de ese descalabro; pensemos que en parte fuera debido a la falta de la presencia de corresponsales de la comunicación, que no parece ser el caso ahora.
¡Cómo es posible que profesionales a niveles tan especializados como el del PAM y el de USAID, no hayan podido asegurar que esos cargamentos, con la documentación apropiada, salieran y llegaran a sus propios destinos, antes de llegar a decisión tan drástica!
A ellos les llovía sobre mojado.
En más de una ocasión hemos oído decir a Secretarios Generales de la ONU, que ellos son los que llevan la salud del mundo en sus espaldas, por lo que es normal que sus miembros sean los mejor pagados. Nadie duda del papel de USAID.
Y otra vez la pregunta: ¿Cómo es posible que no hayan sido capaces de organizar algo tan sencillo y a la vez tan voluminoso que no pueda hacerse a escondidas?
En sus comidas familiares, ¿habrán pensado alguna vez en las mesas vacías de tantas familias ignoradas? Desde la ONU, como mencionado arriba, se ha oído decir que la salud de la humanidad está sobre sus espaldas; y al parecer este crimen contra la humanidad no parecer haberlos conmovido. ¿No será este abandono un signo de la necesidad de una INSTITUCIÓN CÓSMICA?
¿Han dejado ya zanjada la investigación sobre la corrupción, si jamás la hubo? Esos millones de kilos de trigo no se los traga la chistera de un mago.
Difícilmente se puede hablar de incompetencia. ¿Habrá que recurrir a la falta de buena voluntad por parte de las instituciones organizadoras ya mencionadas, de la que se han aprovechado los corruptos?
Posiblemente, están ya programando nuevas ayudas humanitarias, de las que, entre reuniones, dietas, desencuentros, consejos alimentarios y otros, una vez más, tendrán que aceptar recibir lo que representen sus gastos en hoteles de 5 estrellas, viajes en avión en la clase que exige su compromiso con los pobres a fin de encontrarse con la suficiente energía para dar lo mejor de ellos y así poder garantizar que no les falte la alimentación necesaria. O mejor aún, como lo anunció el Secretario General de la ONU, creo que a principios del 2020 con motivo del Covid 19, una alimentación sana, ecológica y abundante.
Imágenes de la ayuda internacional que compartimos con vosotros en la publicación: Ángel Olaran: «Moral alta… contra toda esperanza».
Para finalizar esta publicación
Con la combinación de los dos escritos, esperamos generar conciencia y movilizar acciones en busca de una respuesta efectiva y rápida para abordar la grave situación en Tigray. Es fundamental que la comunidad internacional de donantes encuentre rápidamente una solución para abordar el enorme déficit de ayuda y la inacción actual. Las medidas deben dirigirse a los responsables de los desvíos y la corrupción, y no a las víctimas que ya están sufriendo las consecuencias de la hambruna en Tigray.
Como hemos indicado al principio, a pesar de la difícil situación, el padre Olaran está decidido a continuar con su labor social y humanitaria; y se basará en la colaboración de nuestra Fundación y de otras organizaciones que apoyan su trabajo incansable.