Ángel Olaran define al hombre -varón- como el causante de las desgracias de la humanidad
En la gran mayoría de las veces, Ángel Olaran define al hombre -varón- como el causante de las desgracias de la humanidad y va por libre. Lo argumenta, y pone ejemplos relacionados con la guerra del Tigray. Además, dice que no se le ocurre establecer un «Día del Hombre» cuando sus 365 días son suyos.
El Día del Hombre (Varón) escrito por Ángel Olaran
En el calendario van quedando pocos días libres a los que dedicarles el “santoral” social, popular, ecológico, histórico, ético. . . que va siendo de rigor:
El día de África; contra los abusos infantiles; el día mundial contra el trabajo infantil, (más de 150 millones explotados además de los 20.000, más o menos, que mueren diariamente por falta de lo más básico: vergonzosamente para todos nosotros, poco más de un euro diario); el del migrante; otro contra la tortura. . . incluso El Día de la Mujer. Una garantía para los de a pie, el constatar que “la mano invisible” que sabiamente controla la Creación, humanidad incluida, tiene en cuenta a los más necesitados.
Supongo que nunca se ha pensado en dedicar el “Día del Hombre” no el genérico donde la mujer puede estar incluida: el día en el que, el protagonista sea el VARÓN – su día.
Hasta ahora los varones participamos en algunos de estos “días”, dada nuestra buena voluntad, como por un acto de generosidad, casi casi de humildad para los más poderosos e importantes entre ellos. El varón participa “desde la barrera”, como flotando, sabiéndose supremo en la Creación. En definitiva: no va con él.
A quien se le ocurriría pensar en el día del varón, cuando los 365 son suyos.
Así, como a botepronto, da la impresión de que no se nos ocurre pensar que, en una proporción muy, muy alta los varones somos los causantes principales de muchas de estas catástrofes, atrocidades que necesitan ser recordadas, lloradas, defendidas de manera especial, al menos en ese su sacro santo día al año.
Los hombres en las atrocidades en la guerra del Tigray
Somos los varones los que necesitamos una toma de conciencia diaria de que somos los causantes de muchas de las guerras, genocidios, violaciones, poluciones atmosféricas, muertes por falta de poder cubrir las necesidades mínimas, y toda una letanía macabra.
Por comenzar por alguna parte, hagámoslo con los ejércitos donde en la tropa hay mujeres y varones: en la actual guerra de Tigray. En esta guerra, como está siendo habitual en otras muchas, la violación sexual a mujeres es considerada ser un arma bélica, llegando a la humillación incluso a la muerte de las víctimas, desde niñas de 9 años a abuelas. Grupos de 10 a 20 varones, uno detrás de otro violando a una misma mujer, agotada, destrozada, aterrada, “cosificada al máximo”, siendo capaces de obtener una erección incluido el orgasmo. . . y eso por la mañana y por la noche y no solo un día: a la misma mujer. Se ha llegado a sacar clavos, y otras porquerías de las vaginas de algunas de ellas. A una señora le introdujeron un hierro candente con un mensaje: el vientre tigriño no debe parir. Se obliga a abuelos a violar a sus nietas y al no aceptar, se les pega un tiro, mueran o no, para acto seguido, violarla delante de los familiares, y poder pegarle un tiro, a ella misma, al final, muera o no. El personal médico que relata estas atrocidades lo hacen consternados.
Pero incluso ellas tienen su día sacro en el calendario de las víctimas: “El Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en Conflictos”. Hay constancia de que, solo en Tigray, durante estos últimos 8 meses, unas 23.000 mujeres han sufrido este tipo de vejación al que siguen estando sometidas a día de hoy. Y se sabe de qué muchas de ellas, al sentirse abusadas, humilladas no se atreven a denunciarlo, viviendo traumatizadas con ese su secreto.
Lástima que no tengan conocimiento de cómo se las quiere, se las respeta y honra. Tienen su día; sabiéndolo –con perdón– sufrirían “sacando pecho”. Y como los que las honramos no movemos un dedo contra los varones perpetradores, estos siguen violándolas apoyados por los derechos que sus servicios a la patria les otorgan. Para mi vergüenza acabo de enterarme de que ese sacro santo día a favor de ellas fue el pasado sábado 19 de junio. Una vez más “la mano invisible” había cumplido con su deber. Y seguimos dormidos.
Los animales machos que se juntan alrededor de la hembra en celo la respetan como a una diosa: mientras entre ellos se muerden, se pegan, destrozan, si fuera necesario se matan, para ver quién la va a montar. Ella presencia todo desde su “pedestal”. Y al final será uno.
Claro que a favor de las hembras en el mundo animal cuenta que tanto a ellas como a los machos les impulsa la ley natural de los instintos. Y si procede se les castra. A los varones y mujeres, por encima de esos instintos tan animales, nos impulsa la conciencia, adornada de principios como: la igualdad, la libertad, la amistad, la familia, valores, como la compasión, la misericordia, el compartir, sentimientos como la nobleza y demás que nos hacen capaces de espiritualizar ese encuentro a dos, creando comunión, embelleciendo la unión, sacarle chispas al amor. Inspirando la armonía con la vida.
¿Qué ocurre a muchos varones? ¿No sería necesario evaluar esa conciencia, simbolizándolo en ese día del varón, que nos ayude a ser conscientes de cómo alejándonos de la belleza que la conciencia comporta, que ella es, somos capaces de tanta maldad? Dado lo correctos que son los animales machos, aquí maldad “salvaje” no procede.
Nunca he oído hablar de mujeres soldados, policías, que hayan abusado de niños, ancianos, prisioneros de guerra, prisioneros normales. . . El que no lo haya oído no quiere decir que no existan mujeres del estilo de estos varones, pero, hoy por hoy, la balanza se inclina a un lado.
Siguiendo con al guerra en el Tigray
Estos soldados varones además de violar, matar impunemente, desvalijan casas de familias que no tienen mucho más que un par de mantas, algún colchón, utensilios de cocina, gallinas. . . llevándoselo como botín de guerra; destrozando o quemando lo que no se pueden llevar, como huertos preparados para la cosecha, almacenes con comida. . .
Siguiendo con la guerra en Tigray: deciden y llevan a cabo ejecuciones extrajudiciales: en la calle; a la salida de templos; en el campo; según los viajeros vayan saliendo de autobuses. . . matando a decenas, en alguna ocasión a cientos. Excepto en una ocasión en la que participaba una mujer, nunca se ha oído que mujeres soldados hayan participado en esas ejecuciones, en esos robos y crímenes.
En un control en una de las carreteras, dos mujeres soldados, al chequear la maleta de una extranjera, esta veía cómo delante de ella, se repartían sus colonias, prendas. . . preguntándole a veces, con una sonrisa, que qué era algo que desconocían y que para qué servía.
Fuera del contexto de la guerra, la violencia que se da en algunos de los templos más dignos de la Humanidad: el hogar, sigue llenando hojas de la prensa diaria. Y en este caso, solo porque el varón sabe que físicamente es más fuerte que la mujer: a mayor fuerza física menor criterio ético. Sabe que su musculatura de macho agarrota, acobarda física y mentalmente a la mujer. Y acaba con ella y con sus hijos si se tercia.
Creo que no hace falta insistir el negocio que supone el comercio del armamento bélico, junto al de la droga y la prostitución, con todos sus laboratorios, centros de experimentación, guiados por la maldad: la ganancia económica y el poder a toda costa, incluyendo la inhumanidad de todos los principios que faciliten tales ganancias.
Tanto las guerras, como sus armas, de lo más inimaginables y certeras en cuanto a su capacidad de destrucción, en su mayoría son producto de la mente varonil.
Lo mismo si entramos en el mundo del respeto a la Creación, a la Tierra: la Casa de todos, la Madre de todos. . . Al cambio climático, a las leyes por una ecología materna. . . Baste mencionar que, hay suficiente material bélico como para destruir la Madre Tierra, miles de veces.
La autoría de los hombres en las instituciones y en los países
La ONU y sus instituciones: BM, FMI, FAO, UNESCO, UNICEF, la OMC. . . La Unión Africana, UE, Rusia, China, EE.UU. …, mantienen, protegen una economía global que causa la muerte diaria a unas 150.000 personas, unos 20.000 niños incluidos, por falta de las necesidades alimenticias más básicas, que se llegarían a cubrir con un euro diario.
Estas instituciones universales creadas para asegurar la paz y la armonía universales, están inspiradas y mantenida por funcionarios, en su mayoría varones, con los sueldos y las dietas mejores pagados del mundo. Y cuando hay que tomar decisiones de crímenes que están por encima del “derecho soberano” de cualquier nación, existe una coartada.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, último árbitro mundial en contenciosos contra la guerra, crímenes contra la Humanidad y de lesa humanidad, en última instancia, está en manos de cinco naciones autoproclamadas ser la máxima garantía de la justicia ética internacional, cada una con derecho al veto: EE.UU., Inglaterra, China, Rusia y Francia. ¿Ofrecen garantía alguna de neutralidad, de ética internacional? Es moneda de cambio que, ante un contencioso de semejante envergadura, la relación que uno de esos 5 países pueda tener con el país en cuestión, en nuestro caso con Etiopía, prima a la objetividad del crimen. ¿Podría alguna de esas naciones “echar la primera piedra”? Pues parece que sí: China y Rusia lo han hecho en el caso del Tigray.
La lista de situaciones del estilo es larga. En la mayoría de los casos la autoría recae sobre el varón, por mucho que en ocasiones haya complicidad femenina.
En las manifestaciones en las que el varón sea el criminal, los varones tendríamos que acudir con un lazo negro.
Pensar en la democracia
¿Podría crearse alguna institución civil, de personas Sabias, por encima de todo compromiso con partido alguno sea político, religioso u otro, con máxima autoridad ética, superior a la de los políticos, militares, economistas, Silicon Valley. . .?
No como la sociedad civil que se manifiesta detrás de sus políticos, apoyando los mismos criterios, con sus mismas maneras de implementarlos.
A partir de ahí se podría pensar en la democracia.
Ángel.
Dos notas curiosas (continua el escrito de Ángel Olaran):
Al óvulo femenino se le acercan millones de espermatozoides: al final, uno de ellos consigue penetrarlo. La mujer por regla general presenta un óvulo mensualmente. El hombre, mensualmente produce muchos millones de espermatozoides, y con suerte, durante toda su vida, de 1 a 2, o 3, no muchos más, penetrarán algunos de los óvulos. Por otra parte, en un óvulo podrían entrar muchos miles de espermatozoides. Sin duda en el proceso de la gestación el sexo fuerte, además del arquitecto de la procreación, es el de la mujer.
Por otra parte, el libro sagrado dice que: Dios después de colocar en un paraíso, digno del Creador, a Adán y Eva, la primera pareja en el mundo, y ponerles solo una norma: que no comieran del fruto de un árbol, pues va, Eva después de mucho rumiar sobre el que podría haber detrás de esa prohibición, al final “se dio cuenta de que el árbol tentaba el apetito, era una delicia de ver y deseable para tener acierto. Cogió la fruta del árbol, comió y se la largó a su marido, que comió con ella”. Y la comió como quien bosteza. Sin más preámbulos.
El bueno de Adán no lo pensó: contra toda la carga de lo que vivía: todo aquello para ellos dos; jugaban con leones; seguro que ya se celebraban carreras de gacelas, además de los miles de árboles llenos a reventar. . . contra todo esto, tenía una sola prohibición de ´no comer del árbol de conocer el bien y el mal´. Y la comió sin más. Entre Dios y Eva, eligió a Eva. Desde el principio las “dos carretas” tiraron menos.
Una escritora italiana aseguraba que: “la mujer quiso ver más lejos, lo escondido”. Si de Adán se hubiera tratado, aún andaríamos jugando a canicas con los elefantes en el paraíso.
Nos falla la “memoria histórica”.