Tres días de oración y ayuno por la Paz en Etiopía
El Padre Ángel Olaran nos escribe sobre los tres días de oración y ayuno por la paz en Etiopía que han tenido lugar a finales de mayo. La gente del Tigray se ha unido al llamamiento de Paz y Justicia para todas las naciones donde la población vive atemorizada.
Escrito del Padre Ángel Olaran: Tres días de oración y ayuno por la Paz
Siguiendo la cruzada de tres días de oración y ayuno por la paz, propuesta por su Santidad Matthias, el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Etíope, toda la población del Tigray se ha unido a su llamamiento. Paz y Justicia no solo para el Tigray, sino para todas las naciones donde la población vive atemorizada.
Los días 25, 26 y 27 de mayo, han sido días de oración, ayuno y reflexión. Ni en los pueblos ni en las ciudades ha habido tráfico alguno esos 3 días, tanto de tuc-tucs, como de autobuses.
La población ha pasado esos días o bien en casa o en las iglesias-mezquitas. Tanto las tiendas como otros servicios han permanecido cerrados.
Desde aquí, puedo visualizar las calles vacías, la gente cogida por el espíritu de la cruzada –excepto por los desplazados que llegaban escapándose de la guerra–.
Y creo que, hasta los que no tenían nada qué comer, a su estilo, se han unido a ese llamamiento.
la croada de tres dies d’oració i dejuni per la pau, proposta per la seva Santedat Matthias, el Patriarca de l’Església Ortodoxa Etíop, tota la població del Tigray s’ha unit a la seva crida. Pau i Justícia no sols per al Tigray, sinó per a totes les nacions on la població viu atemorida.
Els dies 25, 26 i 27 de maig, han estat dies d’oració, dejuni i reflexió. Ni als pobles ni a les ciutats hi ha hagut cap trànsit aquests tres dies, tant de tuc-tucs, com d’autobusos.
La població ha passat aquests dies o bé a casa o a les esglésies-mesquites. Tant les botigues com altres serveis han romàs tancats.
Des d’aquí, puc visualitzar els carrers buits, la gent agafada per l’esperit de la croada –excepte pels desplaçats que arribaven escapant-se de la guerra–.
I crec que, fins als quals no tenien res què menjar, al seu estil, s’han unit a aquesta crida.
Nunca una mala cara, ni una puerta «cerrada»
Cuando pregunto a mis amigos que, ´cómo sobrevive la gente´, lo expresan de manera muy sencilla: lo hacemos compartiendo lo poco que tenemos –algo así como, donde pasan hambre 30 personas, igualmente lo pasan 35–. Nunca he oído que se haya rechazado a alguien que llegara buscando cobijo, comida, aunque a veces no se les pudiera ofrecer más que un abrazo o una sonrisa. Nunca una mala cara, ni una puerta “cerrada”. Unas cuantas personas han podido ser alojadas en casas particulares, aun cuando los soldados les hayan robado las mantas, colchones, camas, pucheros. La mayoría de los desplazados están alojados en escuelas primarias, y por llena que esté una escuela, no habrá una queja dirigida a los que continúan llegando.
A falta de toda ayuda humanitaria, son los del pueblo quienes tratan de buscar algo para ofrecérselo, a veces con la ayuda del dinero que les enviamos, o de otras fuentes. Tampoco he oído que entre los desplazados haya empujones, para asegurar que les llegue algo.
En Wukro, una ciudad de unas 75.000 personas, donde el servicio de aguas ha acabado destrozado y la comida está por debajo de la escasez, las personas desplazadas llegan ya a las 1.700 y no hay barricadas para impedir que lleguen más; ni preguntas sobre el Covid, ni problemas de interactuar con ellos – ¡si habrá ignorancia!: nadie se pregunta eso que aquí lo tenemos mejor aprendido que el Padrenuestro (con perdón): mascarilla, distancia, burbuja, local cerrado, vacunas. . . –
En mis contactos con esas personas más allegadas en cuanto a servicios de apoyo a los muy necesitados, diariamente se encuentran enfrentados a soldados para quienes: ética militar, son dos palabras vacías de contenido alguno; muchos de estas personas sufren en sus carnes, en sus casas, con sus vecinos, parientes; mujeres violadas brutalmente, parientes amigos ejecutados sin más; casas quemadas, destrozadas, hospitales destrozados. . . una larga letanía que les hace vivir atemorizados. En toda su letanía, donde surge esa incertidumbre, a veces incluso miedo. . . nunca he sentido que haya algo de odio, rencor, deseo de venganza, de muerte al enemigo. Piden, eso sí, que se vayan.
Y en Wukro se preocupan por nosotros
Aún en este contexto, cuando hablo con ellos por teléfono, su preocupación por nuestra salud ante el covid, la falta de trabajo. . . es íntima y no faltan consejos de que nos cuidemos.
Y, al despedirnos, por mucho que me pidan que siga aquí y envíe dinero –que hay dónde emplearlo– siempre acaban con un: reza por nosotros. Y no es algo mecánico, ni parte de la despedida. Es tan íntimo como esos tres días de ayuno y oración.
Martin Luther King y los miles que junto con él se enfrentaron a la policía, al Ku-Klux-Kan y a toda la población racista norteamericana, lo hicieron en marchas pacíficas, con oraciones y cantos de esperanza.
Jesús mismo, ante los acontecimientos decisivos en su vida, rezó y ayunó: los 40 días antes de su bautismo para comenzar su vida pública; al elegir a los doce discípulos; antes de andar sobre las aguas; antes del calvario, en el Huerto de los Olivos. Al hacer ver a sus discípulos la falta de operarios para la mies, el primer consejo fue: Pedid al dueño de la mies que envíe operarios a su mies. Al igual que, al ver que sus discípulos habían vuelto contentos de su primer ministerio, agradeció a Dios que esos discípulos también fueran de su agrado. Jesús no rezó de cara a la galería ni para dar un ejemplo a sus discípulos; rezó porque lo necesitaba, porque lo quería contrastar con su Padre. ”He venido a hacer la voluntad de mi Padre”, y así fue descubriéndola.
Hasta nuestros abuelos lo creyeron; “A Dios rogando y con el mazo dando” – la espiritualidad de la Creación, Redención incluida – “Tuve hambre y me distéis de comer”.
Una vez más, de ahí los TRES DÍAS DE ORACIÓN Y AYUNO.
Ángel